Abajo los antioqueños

Al finalizar la presente legislatura, causó de nuevo revuelo el proyecto de ley que reconoce el Guarniel – Carriel Antioqueño como Patrimonio Cultural de la Nación; muchos se fueron lanza en ristre contra esta iniciativa en su último debate, a pesar de que diversos proyectos de este tipo se votan en cada una de las legislaturas del Congreso.

Llama la atención que muchos que se dicen defensores de la cultura, rechacen un proyecto sobre un referente de la cultura paisa, que desde la colonia era usado por los arrieros para desocupar los bolsillos y poder trabajar y caminar de manera más cómoda; un accesorio que además, es elaborado con todo esmero por artesanos de los municipios de Jericó y Envigado, que conservan esta tradición.

El lugar donde se produce esta artesanía se llama guarnilería, de ahí que se conozca también como guarniel, que significa “bolsa de cuero pendiente del cinto y con varias divisiones”. Lamentablemente, en San Pedro de los Milagros, desapareció esta tradición; allí, se elaboraban hermosos carrieles, pequeños, de esquinas redondeadas y con preciosos y coloridos bordados; hoy la familia Agudelo de Jericó, está autorizada para rescatar ese tipo de carriel para que no desaparezca por completo.

En la actualidad, Jericó conserva la industria de la guarnielería que inició hace más de 140 años, gracias a Sigifredo Calle, Apolonio Arango, Rubén Santamaría y sus hijos, Darío Rodríguez y sus hijos y Darío Agudelo Bermúdez y sus hijos; allí existen 22 talleres, 2 en Envigado y 1 en Sabaneta.

A raíz de todo el debate por el proyecto, se escucharon incluso expresiones desobligantes sobre Antioquia; entonces, recordé el hermoso texto de Rafael Uribe Uribe, “Abajo los Antioqueños”, en el que hace un recuento de cada uno de los hijos de esta tierra -militares, políticos, escritores, científicos, diplomáticos- que, desde la gesta de independencia, contribuyeron a construir nación. Uribe Uribe, de manera hermosa, finalizó el escrito expresando el precepto filosófico que establece que los hombres deben ser apreciados o condenados por su valor intrínseco, no por el lugar de su nacimiento, circunstancia fortuita de que no son responsables y que no envuelve culpa ni mérito.

Es importante hacer esta reflexión en momentos en que sectores radicales de izquierda insisten en generar divisiones, rencores y odios; ahora que quieren acabar los referentes de nación y los elementos que nos aglutinan.

La riqueza de Colombia está dada por su diversidad, por el aporte de cada una de sus regiones; por eso es necesario superar el excesivo centralismo, que cree que el país se agota en Bogotá y que, en ocasiones, desconoce la importancia del resto del territorio; es importante también, como lo escribió el profesor Enrique Serrano en el texto ¿Por qué fracasa Colombia?, reconocer nuestra historia como nación, que no es igual a la historia del Estado; una nación construida por la cultura de los migrantes y que no empezó con la Independencia. Una tarea pendiente es construir nuestro relato sobre la nación que somos y la que queremos ser.

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