APUESTA POR EL DECRECIMIENTO

Paola Holguín

Cuando la exministra Irene Vélez afirmó, en el Congreso Nacional Minero celebrado en septiembre de 2022, que para lograr mayor equilibrio se le debía exigir a los otros países que decrezcan sus economías, no dijo que esa sería también la apuesta del Gobierno Petro. De acuerdo con el DANE, en el segundo trimestre de este año el PIB apenas decreció 1% en relación con los datos registrados en el primer trimestre, al experimentar un crecimiento de apenas 0.3%. Se trata del más bajo de los últimos cinco años, sin contar el año de la pandemia (en el mismo periodo en 2021 habíamos crecido 19% y en 2022 un 12,2%)

Pero no solo el PIB da muestras del decrecimiento de nuestra economía; recientemente, se conoció que la Bolsa de Valores de Colombia (BVC) ha acumulado en lo corrido del año un decrecimiento de 18,5% y se acerca inevitablemente a romper, a la baja, la barrera de los 1.000 puntos (Su nivel actual es similar al de 2020, cuando llegó a los 1.050 puntos). La capitalización del mercado actual es de $239,3 billones, muy lejos de los $370 billones de septiembre de 2018. Ante este panorama, JP Morgan vaticinó que la BVC se convertirá en un “mercado de frontera”, término con el que se denominan los mercados de valores más pequeños y menos accesibles de los países en desarrollo. Para JP Morgan, “Colombia presenta un escenario macroeconómico poco atractivo y un panorama político incierto”.

Por los lados de las exportaciones la situación es igual o aún más crítica; en julio 2023, la caída en este segmento fue de 30,8%; en el año corrido han caído 16,4%, con una facturación de US$ 28.683,2 millones, en comparación con los US$ 34.325,3 millones de igual lapso del 2022.

Otro de los sectores económicos que refleja que el decrecimiento va en serio, y a ritmo acelerado, es construcción, según el DANE, en su informe del 15 de septiembre de 2023, en julio de este año se licenciaron para la construcción 1.354.532 m2, un 65,7% por debajo de la cifra de 2022, periodo en el que se otorgaron licencias para construir 2.590.633 m2; respecto de la construcción con destinos no habitacionales se aprobaron 353.846 m2, lo que implica una reducción de 194.753 m2 en comparación con julio de 2022.

La Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol), ya había advertido, cuando evidenciaron que en junio anterior las licencias de construcción cayeron más del 48%. Lo que más llama la atención de esta grave crisis, tiene que ver con el escandaloso decrecimiento de los números de las licencias para la construcción de Viviendas de Interés Social (VIS), que pasaron de 1.740.350 en julio de 2022 a 252.296 en el mismo mes de este año; igual efecto se ha registrado en la aprobación de licencias de construcción de viviendas no VIS, que en 2022 llegaron a 1.656.216, mientras que en julio de 2023 apenas eran 748.390.

Ahora bien, si se revisa la estrategia del Gobierno Petro, lo descrito no es más que el resultado lógico de la improvisación, de un pésimo entendimiento de la economía de mercado y del discurso antiempresa que los ha caracterizado.

Desde el Plan Nacional de Desarrollo, el Gobierno Petro tiene como eje de la política económica, la denominada economía popular, que, aunque no se haya definido debidamente, parece no ser más que los micronegocios. El problema que amenaza con hacer aún más crítico el panorama actual, es que el crecimiento económico estructural solo es posible cuando mejoramos la competitividad y articulamos como sistema las micro, pequeñas, medianas y grandes empresas; donde se fomente la formalización, la generación de empleo y la movilidad ascendente de estas. Sin embargo, éste parece no ser el propósito de estrategia de Petro, que, por el contrario, trunca el avance con la generación de inseguridad física y jurídica; con reformas como la laboral, que dificulta la formalización y generación de nuevos empleos por la rigidez y los sobrecostos que genera; con una política minero- energética que produce riesgo fiscal, deterioro social y afecta la seguridad energética del país; con un debilitamiento en la capacidad de respuesta estatal, por la baja capacidad técnica, de ejecución y el dogmatismo.

A mala hora, parece que lo del decrecimiento es la apuesta del Gobierno del Cambio, en reversa.

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