PALABRAS HOMENAJE
16 de noviembre de 2018
Apertura
Este es un inmerecido homenaje, que obedece más a la casualidad y a la bondad que a la justicia.
A la casualidad, porque en esta coyuntura, soy la única mujer Senadora de mi Departamento; a la bondad, porque son los oferentes y los asistentes, quienes merecerían este y mil homenajes más.
Permítanme aprovechar este espacio, para en cabeza de quienes hoy nos convocan, rendir homenaje
Al buen periodista
Al buen empresario
Al buen funcionario público
La prensa
Este momento del país nos invita a muchas reflexiones, una de ellas tiene que ver con el papel de los medios en una democracia.
Yo estudie Comunicación Social, pero no tuve el valor que le sobró a la doctora Ana Mercedes Gómez para ejercer la profesión, de hecho, mis intentos como periodista se frustraron mucho antes de terminar la carrera.
Me quedaron las lecciones de Maestros como Luz Gabriela Gómez, Memo Ángel o Gildardo Lotero, que en la Facultad nos retaban hasta el cansancio con la obligación de buscar la “verdad verdadera”, siempre esquiva por nuestro filtro subjetivo, pero necesaria para cumplir lo mejor posible con la función de formar, informar y movilizar a la opinión pública.
Y en nuestro país, esto sí que es importante, porque la prensa históricamente ha estado vinculada a la política y ha jugado un papel fundamental en el devenir de la Nación.
Nuestros Padres fundadores fueron periodistas.La Bagatela fue trinchera de Nariño y el Correo del Orinoco fue instrumento de difusión de las ideas del Libertador Bolívar. El Diario político de Santafé de Bogotá, lo fundó Francisco José de Caldas y La Democracia, de Cartagena, Rafael Núñez.
En nuestros primeros años como Nación, entre 1820 y 1830, se crearon todo tipo de diarios, religiosos, federalistas, centralistas, santanderistas, bolivarianos, los que más se destacaron fueron los que se dedicaron a la sátira política, y luego, con la consolidación de los partidos Conservador y Liberal, aparecieron El Progreso, de Torres Caicedo; El Nacional, de Caro y Ospina; El Siglo, de Julio Arboleda; El Conservador, de José Joaquín Ortiz; La Gaceta Mercantil de don Manuel Murillo Toro y El Neogranadino, de Manuel Ancízar, para mencionar algunos.
Afinales del siglo XIX y principios del siglo XX, nacierondiarios como El Tiempo, El Espectador, El Colombiano y El Mundo, entre otros, que padecieron, como bien lo afirmó el expresidente Uribe, una amenaza a su libertad, “no por acción del Estado sino por omisión, por la debilidad en el ejercicio de la autoridad que permitió que Colombia, después de haber ganado la batalla por la libertad formal de prensa, pareciera en algún momento estar perdiéndola, a causa de la acción de los criminales”
Las democracias requieren un periodismo libre y fortalecido; un periodismo independiente, que no esté censurado por la acción criminal ni por la pauta; un periodismo deliberante, al que la afinidad no lo convierta en cómplice ni el antagonismo en crítico irracional; un periodismo pluralista, comprometido con las múltiples perspectivas, pero con discernimiento.
La obligación de los Estados, es garantizar la libertad de la prensa y el deber de la prensa, es ejercer libremente con responsabilidad su función. Hermosamente lo describía Nuñez cuando decía “La imprenta debe ser antorcha y no tea, cordial y no tósigo, debe ser mensajera de verdad, y no de error ni calumnia, porque la herida que se hace a la honra y al sosiego es con frecuencia la más grave de todas”.
Hago esta reflexión con timidez frente a la doctora Ana Mercedes, porque ella es ejemplo vivo de esa ética, así quedó demostrado alo largo de sus 37 años de labor periodística, de los cuales más de 20 estuvo al frente de El Colombiano. Y así lo refrendan día a día en su ejercicio, tantos periodistas aquí presentes.
Empresa
Ahora, permítanme referir unas palabras sobre el empresariado, acá representado por tantos asistentes y por el doctor Pedro Miguel Estrada.
Colombia se ha forjado gracias a una pujante clase empresarial, que ha resistido toda la adversidad y ha demostrado que, la libertad de emprendimiento con responsabilidad social, es la que permite superar el odio de clases y generar verdadero desarrollo.
Hace pocos meses, a raíz del resultado electoral, me preguntaba por qué de los 2,3 millones de votos de diferencia entre la propuesta demócrata y la populista a la Presidencia, 1,3 millones estaba aquí, en Antioquia. Qué hacía que en este Departamento, esas ideas que parecían estar cautivando algunos sectores del país, aquí no tuvieran asiento, y entre las razones que encontré estaba que la del empresariado antioqueño y el creciente modelo de nuevo sindicalismo que he podido conocer gracias a compañías como la de Pedro Miguel.
Con el expresidente Uribe pude aprender que había una posibilidad diferente al desarrollismo o al estatismo; que América Latina no podía regresar a la eliminación del Estado en nombre del neoliberalismo, ni a la imposición del Estado en nombre del neoburocratismo. Aprendíque se podían construir economías robustas, sin sesgos ideológicos y con libertad de emprendimiento legitimada con responsabilidad social.
Los empresarios sólo necesitan que se les garantice seguridad física, seguridad jurídica y unos mínimos elementos que les permitan generar riqueza. Ese es un reto del ahora.
Que difícil hablar de seguridad jurídica en un país como el nuestro, donde entre 2000 y 2016 se emitieron 94.748 normas, que equivalen a unas 15 regulaciones por día; o de competitividad,cuando nos convertimos en el cuarto país con más alta tasa de tributación en el mundo; donde aún tenemos tantos retos en infraestructura y donde después de haber estado en el puesto 37 en 2010, en el índice Doing Business,caímoseste año al 65.
Pero tenemos una esperanza bien forjada en la apuesta del nuevo Gobierno por la legalidad, la equidad y el emprendimiento. Una esperanza basada en la capacidad de nuestra clase empresarial para superar las dificultades,en su entendimiento de que no es cierto que le pueda ir bien a la economía si le va mal al país, y porque muchos de ellos aprendieron con el espejo de Venezuela, que a la hora de elegir plata o Patria, si se elige plata, nos quedamos sin plata y sin Patria.
Nuestra esperanza está fundada también, en la laboriosidad y creatividad de nuestra clase trabajadora, que le apuesta a una relación fraterna con el empresariado, porque sabe que la empresa es la generadora de riqueza y empleo, y si a la empresa le va bien, a los trabajadores y a Colombia también.
Gracias a nuestros empresarios por su ejemplo de lucha y compromiso con Colombia.
Funcionario Público
Y como no hablar del ejemplo de funcionario público ante tan destacados invitados y frente a la convocatoria del doctor Fernando Correa, ex gerente del Metro y ex Secretario de Hacienda.
Colombia acaba de estar sometida a un Estado corrupto, burocrático y derrochón; a un Estado que hería a la democracia y ofendía al pueblo con la pompa ostentosa de los funcionarios con recursos del erario; un Estado más preocupado por la forma que por el fondo, cercano a los criminales y de espaldas a la ciudadanía.
Hoy tenemos la certeza en un Gobierno austero, cercano al pueblo y que va a escuchar y a trabajar para resolver sus padecimientos; un Gobierno que entiende que la impunidad da mal ejemplo y que la verdadera paz solo se puede construir sobre la base de la justicia y el respeto a los derechos de las víctimas.
El expresidente Uribe escribió: “La gente adecuada guiada por los valores correctos puede dar un giro al destino de un país” y estoy convencida de ello, por eso, después de tantos padecimientos, es momento para recuperar la esperanza, de confiar en nuestro Presidente y en que cada funcionario del Gobierno va a entender, como lo escribió el jurista mexicano José Campillo, que cualquiera que sea la función o jerarquía dentro de este servicio, siempre se debe tener presente la dignidad y la nobleza que confiere el ser servidor público.
Cierre
Hoy tengo cuarenta y cinco años y no había vivido un solo días de paz en mi Patria, la misma de mis padres y mis abuelos, hasta que con la Seguridad Democrática vi renacer la esperanza después de tantos años de sentir el miedo por las bombas, las balas y el secuestro, que es una muerte en vida …
Sé lo que se sufre en un país donde narcotraficantes, guerrilleros, paramilitares y organizaciones criminales, buscan imponer su voluntad a través de la violencia y el terrorismo. Sé lo que es crecer con las historias de las guerras civiles de la denominada Violencia de los cincuenta y las múltiples violencias. Por eso, como la gran mayoría de los colombianos sueño con un país donde no exista el miedo, donde impere la ley y el orden como reza en nuestro escudo; ley y orden que son garantía de libertad, desarrollo y bienestar para todos.
Con esta visión escogí o me escogió la política, con la certeza de que es una vocación que tiene como fin último el servicio a la comunidad, por eso no es gratuito que se denomine servidor público a quien trabaja para el Estado y sus conciudadanos.
Yo conozco las dificultades de mi Patria, pero también sus enormes potencialidades; y el deber que tenemos quienes tuvimos el privilegio de nacer en este suelo,de trabajar por el presente y futuro de millones de Colombianos.
Sueño con la construcción de un Estado gerencial, austero, transparente y participativo, donde el beneficio común sea la piedra angular de la ética pública. Sueño con la seguridad como valor democrático que nace de la justicia y ejercicio legítimo de la autoridad del Estado. Sueño con el crecimiento económico sostenido y sustentable, que se traduce en más y mejores oportunidades y condiciones de vida para todos los colombianos. Sueño con una política social estructural de desarrollo no de discursos. Sueño con una democracia cada día más profunda donde el pueblo sea el verdadero protagonista.
Mi compromiso ha sido y será trabajar sin descanso por hacer realidad ese sueño de Patria con integridad, firmeza y vocación de servicio a los demás.
No soy yo quien merece este homenaje, son cada uno de ustedes, porque como lo escribió Roosvelt“El reconocimiento pertenece realmente al hombre que está en la arena, con el rostro desfigurado por el polvo, sudor y sangre; al que se esfuerza valientemente, yerra y da un traspié tras otro pues no hay esfuerzo sin error o fallo; a aquel que realmente se empeña en lograr su cometido; quien conoce grandes entusiasmos, grandes devociones; quien se consagra a una causa digna; quien en el mejor de los casos encuentra al final el triunfo inherente al logro grandioso; y que en el peor de los casos, si fracasa, al menos caerá con la frente bien en alto, de manera que su lugar jamás estará entre aquellas almas frías y tímidas que no conocen ni la victoria ni el fracaso”