Hace 7 años en una convención como esta,les proponía a los colombianos “Una Colombia Distinta”, con políticas enfocadas en la educación, el empleo, las oportunidades y la paz sin impunidad. En la reducción de la pobreza y la desigualdad a través del crecimiento económico, profundizando el legado de lo que hicimos en el gobierno del presidente Uribe.
Mucho tiempo ha pasado y muchas cosas han cambiado desde ese día. Los ciudadanos hemos tenido que enfrentar no solo una pandemia, sino también el triste legado de la impunidad que puso a criminales de lesa humanidad por encima del pueblo colombiano, inundó al país de coca, tiene aún a las víctimas esperando reparación y verdad y sigue humillando a quienes padecieron el atroz delito del secuestro.
Al presidente Duque le ha tocado recoger los pedazos del rompimiento de la confianza entre los ciudadanos y el Estado. No ha sido tarea fácil levantarle la moral a nuestra fuerza pública, a los miles de jóvenes valientes que se juegan su vida todos los días para defender la democracia, tantas veces amenazada. Si a mí me llena de rabia e indignación, no quiero imaginarme cómo se sienten nuestros soldados y policías cuando ven a esos criminales de lesa humanidad pasearse orondos por el Congreso que tanta sangre les ha costado defender.
Vamos a terminar este año con un repunte sorprendente de la economía y la inversión, producto del exitoso manejo de la vacunación de cara a la peor pandemia de los últimos 100 años.
No estoy diciendo que este sea un gobierno perfecto; al final nadie es perfecto. Yo habría hecho algunas cosas de manera distinta. Pero debemos reconocer que se hizo un esfuerzo extraordinario para no caer tan profundamente como muchos temimos y como ha ocurrido con muchos países de la región.
Lo importante es que estamosreencontrando el camino del crecimiento yde la generación de empleos. Claro que aún falta mucho por hacer, pero estamos dando pasos seguros para que los beneficios de la economía lleguen a todas las familias colombianas.
Regreso a la carrera presidencial después de 7 años con mis principios intactos, con mis compromisos renovados para decirles nuevamente que podemos tener un país donde ningún niño se vaya a dormir con hambre. Donde no nos dé miedo salir a la calle en las noches o viajar por una carretera. Donde los jóvenes no abandonen sus estudios por falta de recursos y donde los colombianos no deban emigrar para cumplir sus sueños. Vengo a decirles que siempre tuve un plan, y hoy está más vivo que nunca, para hacer una Colombia para todos.
Regreso con más experiencia, más humildad, más cicatrices, más fuerza y más determinación. No soy el candidato que más sabe, pero sí el que más ha aprendido.
En estos años alejado de la función pública, me he dedicado a generar empleos y a recorrer el país para escuchar a todos los sectores de la sociedad. He conocido gente maravillosa, de todas las edades y condiciones sociales. Los colombianos somos distintos, pensamos de manera diferente, pero todos amamos a nuestro país y en el fondo queremos lo mismo: empleosdignos y bien remunerados, seguridad, salud, educación y oportunidades para todos por igual.
En mis 30 años de vida pública visitando comunidades, veredas y campos, he visto cómo los electores y los políticos están cada vez más distanciados. No los unen las mismas necesidades ni prioridades. Y eso ha venido abriendo una brecha entre los gobernantes y la población por donde se ha metido la izquierda populista con su canto de sirena y sus falsas promesas.
La realidad del político es muy diferente a la del ciudadano de a pie. En todos esos recorridos que he hecho a través de los años, nadie me ha preguntado, “oiga, Oscar Iván, ¿y usted con quién va hacer alianza”? “Vea, Zuluaga ¿qué le dijo tal o cual congresista?” La gente lo que pide es empleos, reclama seguridad, sueña con la educación y las oportunidades, pero para todos. Si queremos ganar esta elección, hay que bajarnos de las camionetas polarizadas de la política y montarnos en el gran tren del pueblo.
Tenemos un enorme reto por delante: volver a conectar y ganarnos la confianza de los colombianos. Por eso he lanzado la giraSOY TODO OÍDOS, porque los colombianos merecen ser escuchados. A ustedes, mis compañeros de partido, les pido que me acompañen para que salgamos a escuchar a nuestros compatriotas.
Los jóvenes están especialmente decepcionados de la política. Parte de las manifestaciones se generaron porque no se sienten incluidos. En algunas cosas tienen razón, y aunque no estoy de acuerdo con todos sus reclamos, ni aceptaré jamás el uso de la violencia, respaldo su derecho legítimo de expresarse pacíficamente.
Comprendo que estén hartos de la corrupción y hay que darle duro a los corruptos que tienen al país ahogado. Pero no es justo generalizar. Como pasa en toda sociedad, en la política hay gente mala, pero también mucha gente honesta y buena. Cada uno debe responder por sus actos. Sería un grave error estigmatizar a todo un barrio por que en él vivan un puñado de delincuentes.
Yo respondo por mis actos. Mi vida es un libro abierto: jamás he intentado usar influencias o dinero ajeno, ni en el sector público ni en el privado. Ni siquiera para saltarme de un comparendo de tránsito.
En estos 3 meses de campaña ha crecido la admiración y el amor que siento por los colombianos. Por más problemas que tengan, siempre me reciben con una sonrisa y me transmiten alegría, dispuestos a compartir lo mucho o poco que tienen.
Quiero que se imaginen, por un momento, a un plomero, a la cajera de un banco, a un joven emprendedor, a una enfermera o a un jubilado. Todas personas honestas, hombres trabajadores, mujeres cabeza de hogar, adultos mayores que dedicaron su vida a trabajar y sacar a sus hijos adelante. Todos esos colombianos que se levantan con el sol para trabajar, emprender, educar a sus hijos y poner pan en la mesa, hacen de Colombia un mejor país. Ellos también merecen ser incluidos en esa Colombia mejor que contanto esfuerzo ayudan a construir. Millones de colombianos están empujando un carro al que no se pueden montar. De eso se trata mi campaña—de hacer un país más justo donde haya un lugar para todos los que dejan la camiseta en la cancha.
Y si vamos a hablar de justicia social, debemos predicar con el ejemplo, para darle oportunidades a los mejores, acabando con las roscas y los privilegios. Este país necesita menos palancas y más méritos. En mi condición de empresario, me frustra verque una persona capacitada pierda una oportunidad contra un zángano con apellido. Conmigo eso se acaba. Vamos a hacer concursos abiertos y transparentes para que los mejores tengan lasoportunidades.
Yo no nací en cuna de oro. Soy de un pequeño pueblo cafetero, Pensilvania, Caldas. Como la mayoría de ustedes, vengo de un hogar humilde. Mis padres hicieron grandes sacrificios para que mis hermanos y yo tuviéramos las oportunidades de desarrollar nuestras habilidades. Las aproveché, estudiando y trabajando duro para pagar mis estudios. Limpié baños en la universidad en Inglaterra para pagar la matrícula de mi maestría. Aprendí dos cosas de esa experiencia: que todos los trabajos son dignos y que la decencia y la consideración con los demás, no tienen nada que ver con el origen, sino con lacalidad humana.
Soy producto de las oportunidades que Dios, mis padres y el país me dieron. Pero es injusto que haya colombianos iguales o mejores que yo, que no las tuvieron y por eso no lograron avanzar. Colombia es un país de talentos. Por donde voy me encuentro jóvenes increíbles, artistas, emprendedores, deportistas, profesionales y líderes que solo necesitan un chance para convertir su talento en el motor de su propio éxito.
La suerte de una persona no debe depender de dónde nace o la condición de sus padres, sino de las oportunidades que tiene en la vida. Si son para los mismos de siempre, este país no va a cambiar. Por eso quiero ser presidente, para que todos tengan oportunidades como las que yo tuve, en igualdad de condiciones. Y que sea el talento y esfuerzo de cada uno de ustedes, los que definan su destino.
Centro Democrático es un gran partido. Soy cofundador y fui su primer director. Está construido sobre la visión del gobierno delpresidente Uribe. Somos el partido de la mano firme, sí: somos el partido de la autoridad y la seguridad, el que le devolvió la esperanza a Colombia. Pero somos también el partido del corazón grande, el de las dos y medio millones de familias en acción y la cobertura universal del SISBEN.
Nuestro partido está más vivo que nunca, porque nuestra visión tiene plena vigencia. Por eso estoy convencido de que el 2022 puede ser un año exitoso para el Centro Democrático. Pero vamos a tener que hacer las cosas de manera diferente. Los tiempos han cambiado y los colombianos esperan que nosotros evolucionemos también. Eso significa ser más amplios y hacerle honor anuestro nombre: CENTRO DEMOCRÁTICO.
Además del desempleo, la inseguridad, el narcotráfico y la pobreza, Colombia tiene otro gran enemigo, que nos está respirando en la nuca. Es la izquierda populista, que hoy tiene nombre y apellido. Está frente a nosotros, con un mensaje claro, sin pelos en la lengua. Sus intenciones las ha hecho públicas, sin temor y sin pudor. Lo hace amparado en la libertad y democracia que pretende destruir si llega al poder.
No creo en los extremos ni en los ataquespersonales. Para vencer a esa izquierda recalcitrante, lo que tenemos que hacer es unir voluntades en torno a un sueño compartido. Y para sumar hay que sumar en medio de nuestras diferencias. No necesitamos coincidir en todo, pero sí en trabajar para que a todos los colombianos les vaya bien. No tenemos que renunciar a nuestros principios para construir una nación que acepte nuestras diferencias, pero nunca las desigualdades.
En el mundo de los políticos y del periodismo mucho se habla y se discute sobre la derecha y la izquierda. Y eso está muy bien. Pero he hablado con cientos de colombianos de cada región del país. Trabajadores, empresarios, estudiantes,madres, profesionales y pensionados. Nadie me habla de ir hacia la izquierda o la derecha. Me hablan de ir hacia arriba, subiendo los salarios, los empleos, y elevando los niveles de seguridad para que sus hijos tengan las oportunidades que ellos no tuvieron.
Debemos hablarles a los colombianos de los temas que le interesan. La seguridad es uno de ellos. En las conversaciones que he tenido con algunas personas en sus casas, alguien me dijo: “Zuluaga, nadie nace delincuente: es una cuestión de falta de oportunidades”. Eso es una gran verdad. La mayoría de los colombianos son gente honesta y trabajadora. Solo necesitan oportunidades para emprender un negocio, o tener un salario digno. Si los jóvenes consiguen buenos empleos, los narcos y las pandillas pierden. A quien delinque hay que caerle con todo el peso de la ley. Perono olvidemos que cada vez que se abre una puerta a las oportunidades, se le cierra una puerta al delito.
Durante estos 3 meses, los colombianos me han abierto las puertas de sus hogares y de sus corazones. Y sigo recibiendo invitaciones de todo el país para que los visite. De la misma manera, si me honran siendo su presidente, haré un gobierno de puertas y corazones abiertos, donde estarán incluidos los 50 millones de colombianos.
Entre todos vamos a construir la Colombia que queremos y merecemos, donde los delincuentes estén en las cárceles y los colombianos honorable vivan libres y tranquilos, produciendo, trabajando o invirtiendo en el futuro de este gran país.
Queridas familias colombianas: quiero invitarlas a que dejemos atrás la etapa de tener sueños para empezar a cumplirlos, a hacerlos realidad. Porque si estamos juntos, todo es posible.
Se viene una Colombia distinta. Y lo que viene es muy bueno para todos.